Juan Pablo Olivares
A Diana Tapia le gusta cantar desde niña. En aquel tiempo, entre los paseos y viajes con su familia, cantaba canciones de rock, salsa, cumbia y música andina. Su talento era innegable y en quinto de secundaria se animó a ingresar al taller de música de su colegio. Aprendió a tocar el cajón, el violín y desarrolló la capacidad de la lectura musical y rítmica.
También aprendió a perder la vergüenza de cantar en público. Desde entonces, se propuso integrar un grupo de música y canto, así que se instruyó en diferentes géneros musicales, incluyendo la música clásica.
Diana se hizo soprano, llega con facilidad a las notas altas y en las agudas su voz brilla. De esta manera y no de otra, encontró su lugar en la música. Posteriormente, ingresó a la Universidad Católica San Pablo, a la carrera de Ingeniería Civil y al Coro Polifónico de esta institución, integrado por otros estudiantes como ella.
Otros jóvenes, amantes de la música y el canto, corrieron similares caminos. Uno de ellos es Joaquín Rodríguez, quien cursa el último año de la carrera de Ingeniería Electrónica y de Telecomunicaciones de esta universidad.
“Me gustaría estudiar música y canto lírico, y llegar a cantar en una ópera, pero soy consciente de que esto me demandaría tiempo y, lamentablemente, es con lo que por ahora, no cuento”, confiesa.

Talento, voluntad y compromiso
A diferencia de Diana, Joaquín es un barítono (voz de rango medio posicionada entre el tenor y el bajo) y aspira a ser cantante profesional de música lírica o académica, porque considera que tiene talento, además, el canto lírico le llena el corazón y lo ha hecho más sensible.
Diana considera que para ser coreuta no solo es necesario el talento, sino que se requiere de tiempo, voluntad y compromiso. Desde su experiencia, lo más complicado es trabajar y perfeccionar la técnica vocal (optimizar la voz), pero nada es imposible si se entrena con técnicas de voz y respiración.
Además, advierte que en comparación de un cantante de música popular, el coreuta tiene un régimen de ensayo especial, donde todo tiene que ser exacto, ya que se debe seguir al pie de la letra lo que indica el director.
“En el coro, las diferentes voces se tienen que sentir y escuchar como una sola, ese es el reto”, sostiene.
Joaquín y Diana coinciden en que la música y el canto están abiertos para todos, sin embargo, Joaquín está convencido de que para ser un buen coreuta, se debe llevar una vida saludable y disciplinada.
Para él, un cantante no debe consumir bebidas alcohólicas ni tabaco, además, debe evitar los desvelos y, sobre todo, aprender a conocer su voz para no sobreexigirse.

Coro celebrará su 25.° aniversario
El Coro Polifónico de la San Pablo, con la distinción de ser el primer elenco de la universidad, se alista para celebrar su vigésimo quinto aniversario con un concierto junto a la Orquesta Filarmónica de Arequipa, que se realizará el próximo 3 de octubre. Sus integrantes interpretarán una obra de Mozart.

Experiencia musical
Jorge Lovón Caparó es el director musical del Coro Polifónico y su faceta musical es, básicamente, la de un intérprete de música latinoamericana, un género que, desde su perspectiva, tiene en sus canciones una invitación al cambio social.
Gracias a su larga trayectoria en el canto, empezó a enseñar en diferentes colegios hasta que dio el salto a la enseñanza universitaria. De esta manera, el coro se convirtió en su vida profesional y le dio la posibilidad de entregar todo lo aprendido a sus alumnos.
“El hecho de enseñar a cantar pero a cantar bien, me llena de satisfacción”, dice Lovón.
En su opinión, la experiencia de cantar en un coro es importante, porque enriquece la voz y el coreuta puede llegar a convertirse en cantante profesional, ya que aprende a leer música y a solfear rítmica y entonadamente.
En esa línea, cantar en un coro es una cuestión de condición personal que se hace, principalmente, a capela y en polifonía, a cuatro voces, cada una de ellas hace una línea melódica que crea una armonía coral.
“En un coro, la voces se dividen por el registro particular de cada cantante, como una soprano, un tenor y un bajo. Cada uno va encontrando su registro y se van desarrollando, algunos hacia lo agudo, otros hacia lo grave…”, explica Jorge Lovón.

Coro de alegría y espíritu juvenil
A lo largo de estos 25 años, lo que intenta el Coro Polifónico de la UCSP es tener un grupo de jóvenes que puedan manifestar su alegría a través del canto y que quieran realizar una actividad complementaria a su formación académica.
El profesor Jorge Lovón sostiene que, con la música y el canto, los jóvenes pueden llenar de sentimientos su desarrollo personal.
Un coro puede ser polifónico o académico, es decir, realizar interpretaciones de música clásica o académica, y también puede ser polifónico popular, cuando interpreta música de diversos géneros.
No obstante, según el director musical, la presentación de un coro implica algunos requisitos y condiciones específicas. Por ejemplo, no podrían cantar al aire libre o en una kermés, sino priorizar su intervención en lugares “acústicamente bien acondicionados” como teatros o auditorios. Espacios donde jóvenes como Diana y Joaquín, puedan entretener a un público diverso y de buen gusto musical porque, después de todo, un coro no está reservado para un círculo selecto de conocedores.
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