Juan Pablo Olivares
En la vida de Lelis, hay un hecho que la marcó para siempre: el día en que logró tocar la campana. Una campana que simboliza la esperanza y el triunfo para las personas que superaron el tratamiento contra el cáncer. En ese instante, ella experimentó una paz y felicidad plena, solo comparable con el nacimiento de sus hijas.
Tocar la campana, una tradición que comenzó en 1966 en el Centro Oncológico M.D de la Universidad de Texas, era un sueño para Lelis. Cuando finalmente lo logró, aquel tintinar le estremeció las fibras más sensibles, esa fue la señal inequívoca de su triunfo sobre el cáncer, una enfermedad que le detectaron el 25 de agosto de 2016, cuando tenía 35 años.
Prevención primaria y secundaria
A Lelis le diagnosticaron cáncer de mama. El cáncer más común en la población femenina y la principal causa de muerte en mujeres. En el Perú, se estima que alrededor de 2000 mujeres fallecen cada año a causa de este mal. Una estadística que, según el médico oncólogo y director de la Escuela de Medicina Humana de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Oscar Carnero, se puede reducir mediante la prevención.
La prevención puede ser de dos tipos. La primaria consiste básicamente en evitar factores de riesgo con chequeos generales y la secundaria, en cambio, busca detectar las neoplasias en sus etapas más tempranas, cuando clínicamente aún no se han presentado síntomas.
En el caso del cáncer de mama, el método preventivo es la mamografía, el único procedimiento que puede reducir la mortalidad hasta en un 20 %. “Sobre la autopalpación o autoexamen de mamas, si bien es un procedimiento útil, no es un método comprobado para detectar o descartar la neoplasia”, aclaró Carnero.
Etapas del paciente
Aquella vez, cuando Lelis fue diagnosticada con cáncer, sintió que la noche se le vino encima. Sus días se densificaron y se hicieron opacos. “Cuando me dijeron que tenía cáncer me miré en la tumba. Tenía un sinfín de preguntas sin respuestas. Me preguntaba ‘por qué a mí, si yo soy deportista’”, recuerda.
Lelis comenzó a experimentar las distintas etapas por las que atraviesa todo paciente oncológico. Primero la negación, luego, la aceptación, ese punto de inflexión en el que comprendió que tenía que decidir si salir adelante o rendirse.
Después vino la etapa de la convivencia con la enfermedad. Aprendió a mirarse al espejo y a darse fuerza, a dejar a un lado el ego cuando ya no tenía cabello y a aceptar –muchas veces con dolor– la pena de las personas.
“Cuando empecé con la quimioterapia, me ponían unas inyecciones para levantar el sistema inmune que me tumbaban en la cama. Quería tirar la toalla porque no podía comer, perdía el apetito. Pero sabía que tenía que sufrir para poder superar la quimio”, narra con nostalgia.
En ese sentido, Oscar Carnero sostiene que, según las estadísticas, el 30 % de pacientes tiene una predisposición negativa para afrontar la enfermedad, mientras que el 70 % asume con valentía y esperanza la decisión de luchar.
“Cuando es un cáncer localizado, es decir que no está diseminado y se encuentra en estadio temprano, se puede tratar y curar. Se detecta precozmente, se opera y con tratamiento complementario se puede superar. También es importante la actitud del paciente” explicó.

Terapia psicológica
Luana Vásquez Samalvides, especialista en psicooncología y docente del Departamento de Psicología de la UCSP, sostiene que la respuesta de cada paciente a esta enfermedad es completamente individual. Ante ello, lo que se hace es trabajar a partir de los aspectos humanísticos, teóricos y las evidencias en relación a sus propias experiencias.
“Hay personas a las que no les gusta ni que les mencionen la palabra cáncer, pero hay otras que escuchan los testimonios de otros pacientes y se motivan para salir adelante”, comentó.
Vásquez sostuvo que desde la psicooncología se respeta mucho la individualidad y se permite que el paciente pase por ciertos momentos y tiempos que le ayuden a abrirse a la posibilidad de escuchar a los demás y de acudir a centros psicológicos, ya que considera que la atención psicológica es un elemento que coadyuva al momento de afrontar la enfermedad.
Otro de los aspectos a tomar en cuenta, de acuerdo con la especialista, es el elemento cultural, que está siempre presente y condiciona el abordaje psicológico, según la historia, el entorno y las experiencias de cada persona.
“Nuestra cultura tiende a la negación. Por ello, el trabajo psicológico es sumamente importante, porque brindará ciertos elementos de soporte para poder enfrentar la enfermedad”, sostuvo.
Familia, fe y voluntad
En el caso de Lelis, hubo tres pilares fundamentales que la sostuvieron en su lucha contra el cáncer: la fe, su familia y la voluntad de salir adelante. Al inicio, le indicaron que su tratamiento duraría 10 años, pero al ser un cáncer no tan invasivo, su tratamiento se redujo a 5 años.
Durante ese tiempo, se sometió a innumerables exámenes, dolorosas quimioterapias y a la toma de una pastilla por día. Fue un proceso doloroso, muchas veces de incertidumbre y de miedo.
Pero todo este episodio le enseñó a conocerse a sí misma. A saber que era capaz de todo y que era una mujer valiente. Ahora, disfruta cada minuto de su vida y lo hace con su familia, en su trabajo y, sobre todo, en la pista de atletismo.
El atletismo, un deporte que Lelis practicó durante muchos años fue casi el 90 % de su motivación y fuerza para salir adelante y vencer al cáncer. Lleva 18 años enseñando el deporte base a niños y jóvenes y nunca pensó en retirarse. No descansa domingos ni feriados, inclusive en pandemia se las ingenió para entrenar, pues no se imagina su vida sin este deporte. El atletismo le da vida. Para ella, entrenar es como tomar la pastilla de la felicidad. La misma felicidad que sintió cuando tocó la campana de sus sueños.
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