Jorge Pacheco Tejada
Educador – Director del Dpto. de Educación UCSP
La plenitud de una naturaleza exuberante propia de la primavera es la mejor referencia para entender la plenitud de los años juveniles. La juventud es la mejor etapa de la vida, ciertamente. Llega cuando nos decidimos afrontar la vida con decisión y optimismo, y se va cuando nosotros queramos. O como en el caso del Hermano Manuel Olivé, puede durar toda la vida. La cosa está en saber acumular juventud, no importa cuántos años de vida vayan pasando.
La juventud es la actitud frente a la vida. El Hermano Olivé nos da una lección de vida. A los 75 años de edad debía jubilarse, pero pidió permiso a sus superiores para ir a algún lugar del mundo donde lo necesiten. El Perú fue su elección. Vino con una vitalidad y entusiasmo desbordantes. Se encargó de la pastoral vocacional de los hermanos de La Salle, de sacar boletines, de editar una revista, de animar grupos juveniles. Pasados los 80 años, construyó un colegio con donaciones de sus amigos españoles en un asentamiento humano en Lima que se llamaba Boca del Diablo y al que le cambiaron el nombre por Manos de Dios. Este colegio hoy brinda servicio educativo de calidad para pobladores de escasos recursos.
Para hacer todo lo que hizo en los últimos años de su vida necesitaba ser alegre, entusiasta, comunicativo, emprendedor, esperanzado, arriesgado, aventurero, servicial, esforzado, responsable, talentoso, disciplinado, piadoso, optimista, respetuoso, cariñoso, serio, sociable, reflexivo… es decir requería ser joven, no importa la edad que se tenga.
Hoy nuestros jóvenes se enfrentan a nuevos desafíos. Les ha tocado vivir una época ‘distinta’… difícil. Si quieren tener perspectiva en la vida deben saber que no se trata de vivir por vivir, sino de ser conscientes que están en la etapa formativa, que no han llegado a la plenitud del desarrollo y que, por lo tanto, hay mucho que hacer y no deben descuidar ninguna de sus potencialidades.
Pero hay algo que no ha cambiado y que es el mejor derrotero para que no se desperdicie la vida. Hay dos cosas que señalan la ruta a seguir, son dos conceptos muy profundos: libertad y felicidad. Ojalá los jóvenes hoy logren construir un concepto claro y verdadero de los que es libertad. La auténtica libertad es “hacer lo que tiene sentido para mi proyecto de vida”.
Desde esta perspectiva, la libertad es una conquista, no se forma de un día a otro. Desgraciadamente vivimos en un contexto de permisivismo muy fuerte. Es urgente que los jóvenes descubran lo que quieren y que sepan cómo lograrlo.
El concepto de libertad está íntimamente unido al del bien. Si lo que eliges es bueno, empéñate con fuerza y decisión en esa elección. Goza tu libertad desde esa perspectiva porque la libertad es señal de madurez, de crecimiento y de desarrollo. Sé libre para cumplir tus sueños.
El otro concepto que también debe ser claro y verdadero es el concepto de felicidad. Es fundamental que tengas un concepto adecuado de felicidad. Aprende a ser feliz para que puedas encontrar de verdad el sentido de la vida. El concepto de felicidad está íntimamente unido al concepto de verdad. Al sentido de servicio, de donación y de entrega.
Mientras los jóvenes hoy tengan un concepto claro de libertad y felicidad, serán garantía de juventud acumulada.
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