Daniel Ignacio Prado Medina
Luis Fernando Yépez Alcántara (*)
Una historia de más de 40 años parece tener un desenlace próximo. Pero ¿se pudo resolver antes? Sobre el tema hay opiniones divergentes. El Ing. Fernando Vargas, gerente ejecutivo de Autodema, afirma por ejemplo que la demora “se debió al financiamiento por parte del gobierno central, que se ha prolongado, prolongado y prolongado”. Otro factor que, según el funcionario, retrasó la ejecución del proyecto fue el problema con la región Cusco por el uso de las aguas de la cuenca del río Apurímac.
“Estamos en la fase inicial, tenemos un contrato y un cronograma, hay que hacer una serie de optimizaciones. Aprobadas las optimizaciones pasamos a la fase de estudios definitivos y eso se debe hacer en el mes de setiembre y de ahí a partir de la fecha ya empieza la parte principal de la fase I que sería el inicio de las obras mayores”, explicó.
Otra perspectiva
Por otro lado, el Ing. Huber Valdivia, ex vice-ministro de Agricultura y ex gerente del Proyecto Majes Siguas II, aseveró que la demora en el proyecto constituye “un problema con muchas variables”, que van desde la gestión hasta el componente de financiamiento. “Es una obra compleja donde interviene el gobierno regional, empresas de concesiones privadas y el Estado. Debido a que es una obra regional, es ahí donde se debió elaborar un plan estratégico más inteligente”, señaló Valdivia.
Respecto a la demora en la compra de terrenos del sector de Pusa-Pusa, donde se construirá la represa de Angostura, afirmó que se trata de “problemas en los que poco a poco se ha dejado pasar el tiempo (…) se pudo proceder de otra manera; nos ha costado cuatro años de inversión”.
Obra atrasada
Majes Siguas II es una obra de gran envergadura, calificada como “prioridad” por el presidente Ollanta Humala. Las opiniones de Vargas y Valdivia concuerdan en la existencia de problemas aunque difieren en el análisis del origen y consecuencias de los mismos. Así, mientras el Gerente de Autodema afirma estar cumpliendo los pla-zos programados, el ex viceministro opina que no se han previsto los problemas que actualmente se presentan.
Mala gestión y falta de financiamiento son las dos razones que excusan el retraso del proyecto. ¿Quién tiene una mejor lectura del panorama? Quedará en el lector sacar sus conclusiones. Lo único que queda claro es que, de iniciarse en setiembre, lo que viene en adelante son siete años de espera hasta su conclusión. Es decir, recién en el 2023, si no median más problemas, los arequipeños podremos ver ejecutado este proyecto.
(*) Los autores de esta nota son alumnos del Club de Periodismo de la Universidad Católica San Pablo.
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