Javier Gutiérrez Fernández–Cuervo
Este domingo ha iniciado el tiempo de Pascua, y con él han llegado a nuestros templos los nuevos Cirios pascuales de este año. Además de ser una vela grande y bonita, ¿cuál es el sentido y el origen de este cirio? Y, ¿qué podemos aprender de él?
Historia
El origen histórico del uso del Cirio se remonta al tiempo comprendido entre los siglos V y VII, y siempre ha sido de cera de abeja, de la que toma su nombre. Esta cera es sumamente significativa: en el Exultet, el antiguo himno del que procede el Pregón Pascual que se proclama en la Vigilia del Domingo de Resurrección cada año, se menciona en dos ocasiones a la abeja haciendo referencia a su laboriosidad.
Muchos padres de la Iglesia han alabado a las abejas por esto, pero en el contexto que nos atañe resalta el comentario de San Ambrosio de Milán, que compara la Iglesia con la colmena, que trabaja incansablemente por sacar la miel de cada flor, que es la salvación de cada hombre.
Y es que el celo que surge al conocer que Cristo ha resucitado es este impulso que lleva a la Iglesia a formar esta columna de luz que ilumina de modo universal: el Celo del anuncio del Evangelio que llevó a los Apóstoles y Discípulos de Jesús, siendo un pequeño grupo, a conquistar todo el Occidente conocido en apenas 300 años.
Por eso el Cirio tiene forma de columna, porque rememora la columna de fuego que guió al pueblo de Israel por el desierto, dirigiendo y señalando cuál es el camino a la Tierra Prometida, y porque rememora así también a Cristo, que es la auténtica y verdadera luz del mundo destinada a todos los hombres. De ahí viene también el nombre de Iglesia Católica, que significa universal.
Elementos
Cristo es el centro del Cirio Pascual. Si nos fijamos en los elementos que lo decoran, vemos que lo central es una Cruz, y la acompañan el año en el que nos encontramos y las letras griegas Alfa y Omega, que son la primera y la última del alfabeto griego. Con estas letras se hace mención a Cristo como Señor del tiempo y de la eternidad, representando el origen y el fin del universo.
Y por otro lado, con el año específico de cada cirio se muestra que este Cristo eterno, que es Señor del origen y del fin del tiempo, es Señor también del presente, que la eternidad y la actualidad se unen en la Salvación de Cristo, que actúa en el ahora para la salvación eterna de tu alma.
También con la Cruz están los cinco clavos de incienso que se encuentran insertados en ella, que son las cinco llagas de Cristo: dos en las manos, dos en los pies y una en el corazón, porque no hay resurrección sin pasión.
Es cierto que el mensaje de Pascua es que la muerte ha sido vencida, que Cristo ha resucitado y que nos ha abierto las puertas de la Vida Eterna; pero para llegar a ella tenemos un solo Camino, que es Cristo mismo y su ejemplo, que es el camino de la Cruz, es el dejar de ser uno mismo y decir como San Pablo: no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.
Porque con este Cirio somos iluminados y guiados a la Vida Eterna, somos injertados en la eternidad del Alfa y la Omega, y somos sostenidos y dirigidos por la laboriosidad de la abeja que es el celo de la Iglesia por nuestra salvación.
Solo lo tendremos encendido y en los presbiterios de nuestras iglesias por 50 días, que es lo que dura el tiempo pascual, pues después pasará al Baptisterio para iluminar a los neófitos durante todo el año. Hasta entonces, disfrutemos de la belleza de este Cirio encendido junto al ambón, iluminando la Sagrada Escritura en la clave de la Resurrección de Cristo.
Discusión sobre el post